El vértigo cada vez se hace más
palpable en la densidad de los días, y la atmósfera cargada de la
ciudad nunca ayudará. Quizá tenga el paso del tiempo la culpa de
todo ésto, o quizá el cambio del espacio; no lo sé. Ni siquiera
sé si algo ha cambiado o todo ha sido siempre así, y soy yo el que ahora ve el mundo con otros ojos. El cinismo que antaño sirvió de
tanque contra lo extraño y difícil se vuelve ahora una masa informe
que no otorga respuestas ni actitudes, pero que envuelve todo y todo
es suyo. Ya no hay en mi ni valores, ni esperanza, ni nada. No hay ni
Ser en los días más pesados. La sinceridad tiene un color que no
recordaba fuese así, y me hace preguntarme si ése fue siempre su color, o si algo ocurrió con ella. Todo lo que parecía
sustentar, crear o impulsar a resultado no ser. Y sólo queda ese
cinismo: ese desprecio divertido hacia lo ajeno, esa indiferencia
cansada hacia lo propio.
Sólo parece quedar la estética, y lo
trascendente no será sino una visión especial de esta última. No
queda nada, o quizá nunca hubo nada, más que la belleza. Belleza,
sí, pero triste, efímera, sin razones ni aspiraciones, una belleza
presente y fugaz que nada dejará pues no hay nada que dejar; no hay
nada dónde dejar nada, sólo existen esos pequeños destellos de
fuegos artificiales que la belleza, en su sentido más amplio, crea
en nosotros y nos hace sentir que éso es lo verdaderamente
importante. Pero la belleza es hueca, inconsistente, pasajera, y
detrás de esas luciérnagas de esperanza no hay sino de nuevo la
Nada, y sobre ella nada se puede construir, creer o esperar.
Exhausto
ResponderEliminarno de andar ni viajar,
de esperar, aguardar aquello que no sucederá
la calma que ansia la tempestad,
cansado de estar cansado,
sin ganas de empezar
algo que acabó sin final
Necesitas un cambio, un golpe
una corriente,
limpia, rápida, natural,
que te limpie de la luz anaranjada
cansa el alma, sacia sin alimentar,
vacía tu alma
Una luz que no puedes apagar
https://www.youtube.com/watch?v=0qXmxVySMzw