lunes, 27 de febrero de 2012

The Wall

          Es interesante el mar de fuerzas, de emociones y de pasiones que sentimos en nuestro interior. Implacables energías que nos impulsan en una dirección, convenciéndonos de que algo es beneficioso para nosotros; quizás todo lo contrario. Es curioso como decidimos que voces somos nosotros y cuales no; el sistema que utilizamos para quedarnos con lo que consideramos el yo.

          Es un importe dilema en torno a la sociabilidad. Tenemos cantidad de razones tanto para aislarnos como para entregarnos a los demás. Nuestro interior, nuestra psique, nos grita desde lo más profundo palabras, ideas que no llegamos a entender, contradictorias entre si. En un pasado todo pudo ser brillante y claro, ahora las ciénagas y las dudas toman el control.

          ¿Qué somos nosotros, realmente? ¿Cuáles son las decisiones que tomaría yo? ¿Quién soy yo? Siento el instinto anidador de Ikea en mis ideas, con mi vida. Tengo que encontrar las decisiones que me definan como persona, que creen la imagen que espero de mi.

          Podemos haber trabajado mucho en nosotros mismos. Podemos haber forjado una realidad dura y consistente, realizada en si misma y contenta de su propia existencia. Puede que incluso la gente nos apoye y nos anime a seguir con ello. Pero cuando algo cambie, cuando las fuerzas viren de sentido y desees tomar el camino contrario, ¿de qué sirve entonces toda la energía empleada? Somos todo menos algo puro. Cuanto más creemos posturas absolutas, más nos tendremos que esforzar en el futuro de cómo resolverlas.

          El resto y el entorno siempre juegan un papel determinante en el desarrollo de nuestros impulsos. Las ideas que surjan en nuestra cabeza tendrán que ver con la realidad y el proceso cognitivo de procesarla. Parece increíble como las ideas nacen en nuestra cabeza a partir de un desencadenante externo; es algo que he hablado muchas veces con mi padre: ¿cómo aparecen las ideas en nuestra cabeza? Es como escribir. Tú no eres consciente de las ideas que surgirán, pero tienes un bagaje intelectual y de experiencias con las que tu cerebro formará respuestas frente a una realidad dada. No ponemos las ideas en nuestra cabeza, estas emergen tras la filtración de la realidad. Por eso mismo, si queremos que nuestras ideas sean lo más correctas posibles, hemos de preocuparnos de no estar recibiendo simplemente una porción de la realidad, un submundo que nos haga tomar decisiones ignorando todo lo demás que nos rodea.

          El muro, o la creación de él, es muy interesante a la hora de analizar nuestra comunicación. Todos hemos sufrido la soledad en algún momento. Todos nos hemos sentido extraños respecto al resto y hemos sentido la necesidad de distanciarnos de todo, dado que la realidad que obtenemos tan sólo nos daña. Y entonces, en medio de toda esta confusión, desasosiego, ira, miedo y tristeza, creamos nuestro duro e infranqueable muro.

          Un muro de sentimientos, de rechazo, de ideas y de posturas que nos separa del resto. Este muro es más fuerte en determinadas zonas según la persona. Hay quien teme al sexo, al amor, a la amistad, al odio, a la soledad... Y a razón de ello generan una armadura tan irreductible que en ocasiones se olvida dejar una puerta para poder salir.

          Volvemos a lo mismo de siempre: no podemos necesitar cosas. Es débil el tener dependencias, pero todavía más mísero el desconocer su raíz. Continuamente hablo de la necesidad del juicio sobre uno mismo, sin perdón ni piedad. Al igual que debemos tener un intelecto sano y fuerte, nuestra sociabilidad no puede ser diferente. No podemos permitirnos andar con el muro a nuestras espaldas continuamente. En su momento pudo ser necesaria su creación, pero ya no.

          Hemos de evolucionar, no importa que. Si en un momento construir el muro fue necesario, en otro instante su demolición será la única posible vía de salvación para el individuo. "Todo individuo potente necesita de una máscara", como bien dijo Nietzsche, pero hemos de ser más fuertes que él también. Debemos conseguir mostrarnos al mundo tal y como somos, luchando contra el resto en pro de nuestro propio entendimiento, para así poder sortear el abismo de la comunicación con el otro, y poder sentir al fin que no estamos solos. Quizás tras la ardua batalla por derribar el muro consigamos sentir que alguien hay ahí fuera capaz de entendernos.

sábado, 25 de febrero de 2012

Stalker love

          Hay una parte oscura en mi, una parte de mi monstruo, de mi niño, dedicada tan sólo a la observación del género femenino. Las gráciles figuras qué forman las damas no son fáciles de ignorar. Con sus delicados movimientos y sus dulces palabras, con toda la sutileza de su ser, con la máscara que les caracteriza y les crea, son capaces de tomar el control del más grande de los hombres. Estamos subyugados a una fuerza mayor de la biología.

          Día tras día observo, incluso en silencio. Escucho, intento desenmarañar el telar de sentimientos que hay tras sus actitudes. Trato de ver que es lo que las hace tan especiales, la razón de la fuerza que me impulsa a entregarme.

          Es extraño, y más para mi persona, como un sentimiento superior nos hace desear cosas que debemos repudiar. Se hace tangible, y os doy toda la razón, de que pasamos a pensar con el miembro. Tampoco actuéis como si no deseaseis vernos en dicha tesitura. Hay que matizar, por otro lado, que sentimos cuando nuestro órgano reproductor toma el control. Deberíais saber que en ningún otro momento vamos a ser tan sentimentales ni tan receptivos como entonces. Nunca somos tan mujeres como cuando nos excitamos.

          Es una tiranía de la qué no puedo escapar. Sigo viendo, continuamente, realidades femeninas que me alteran, me enervan y me hacen perder el control. La escasez de racionalidad, la sobreabundancia y la toma de control de los sentimientos que las embargan, el amor irracional frente a posturas, si cabe, más irracionales todavía... Características de lo más comunes entre las mujeres y qué, sin ellas, nada tendría el mismo jugo.

          Es difícil, y extraño... Sigo sorprendiéndome de cuanto espero de una mujer; de cuanto deseo a la mujer que me haga sentir todo eso que espero de la vida. Y me sorprendo, de nuevo, cuanto puedo llegar a querer, a idealizar, a sobrevalorar, a dejarme encandilar por la belleza, en todos sus sentidos, de una mujer; de las mujeres en general.

          Día tras día observo, desde lejos. Es curioso como actúa la gente cuando no sabe que la miran; eso lo sabemos todos. Es muy interesante cuando una chica se ensimisma en su persona. Sus cabellos, que descansan sobre sus hombros, acompañan el movimiento de su cabeza, que busca una idea que ha perdido, o que todavía no ha encontrado, y sus ojos buscan en el mapa que crea con su mirada... La mujer es bella; pero una mujer pensando es maravillosa, es algo que me embarga, que me toma y me lleva.

          Soy bastante enamoradizo, todo hay que decirlo. Creo que ya lo comenté alguna vez. Es un tema recurrente en mi persona. Sin embargo, no puedo evitar esperar mucho de mis compañeros de cualquier tipo. Quiero encontrar una mujer que pueda llenar el espacio vacío que hay en mi persona debido a las expectativas que uno tiene en esta vida.

          Pese a mi continua necesidad de toma de control, necesito alguien a quien entregarme, alguien que me lleve a mi. Soy capaz de tomar las riendas de muchas cosas, pero quizás no de mi monstruo. Necesito esa mujer rubia, morena o castaña que me haga sufrir, que me obligue a amarla por encima de cualquier pero.

          Quizás esté volviendo a una filosofía más sencilla, más llana y simple. Pero, ¿qué diablos quieres que haga cuando te veo tan bonita, tan lista e inteligente, tan potente y solemne, que no deseo otra cosa que fundirme contigo? Y cuando el sentimiento es general, mi corazón se retuerce.

domingo, 19 de febrero de 2012

Las ideas, las personas y el amor

          Soy humano y lo sé. Igual que todos; único como todos. No hay más secreto en el individualismo que en el suicidio. Y claro está que no es lo mismo, pero de todos modos radica en él la esencia de la evasión. Si nos olvidamos de los demás o los subyugamos a nosotros, ya tenemos todas las respuestas. Por lo menos las más importantes.

          El problema es qué, como siempre, cuando algo se vuelve fácil atrae consigo al aburrimiento. El otro, nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestra pareja... En todos ellos reside la dificultad de lo inesperado, de lo incontrolable.

          Es lo peor de nuestras vidas, la sensación de que las cosas escapan a nuestro control, de que todo gira, y continua girando, sin tener en cuenta nuestros deseos o peticiones: un sistema lleno de vida que te ignora o te cuida, que es independiente a ti y que subsiste sin tu ayuda. Algo externo a ti que te puede superar, que te puede completar. "El infierno son los demás".

          Por esa misma razón, tras haber hecho apología de la dificultad y el sufrimiento tantas veces, me veo ante la tesitura del amor hacia los demás, de la verdadera relación con el otro. Se me hace importante exprimir esta idea, pues no hay postura que tanto tenga que ver con nosotros cómo la relación que decidamos tomar con los demás. La lucha, el fragor de la batalla, la adrenalina del momento, son sensaciones de lo más apasionantes, pero quizás tan sólo sean sentimientos prematuros.

          No estamos solos, sería una falacia demostrable el afirmarlo. El solipsismo no es una postura y debemos aceptar la importancia del otro. Sin embargo nosotros decidimos nuestro grado de implicación. ¿Qué es más importante, ser único o aprovechar el potencial de los demás? A más te diferencies del resto, menos compartirás con los demás, y por ende, más distante se estará. En dicha situación, ¿cómo puedes esperar conseguir nada del resto?

          Es difícil, eso es lo único que está claro.

          De pequeño fui muy enamoradizo, y aquello vuelve ahora mostrándoseme de una manera inhóspita e inesperada. Al igual que conocía a cualquier chica y un sentimiento de calor y ternura me envolvía, ahora cuando conozco a cualquier persona siempre espero de ella que sea un compañero ideal. Es evidente que nadie lo va a ser; imaginaros pues las posteriores decepciones.

          La idealización es un cáncer para las relaciones sociales. No puedes idealizar a las personas, pues tan sólo obtendrás imágenes deformadas, no ajustables a lo cierto. No puedes idealizar ideas, valga la redundancia, puesto que esperarás cosas que no se pueden obtener. Hemos de ser jodídamente realistas, o la realidad vendrá en estampida a recordarnos donde vivimos.

          Esto, como todo, es una declaración de intenciones. Os he visto. En vuestras casas, en el parque, en el colegio, en la universidad, en el bar, en mi casa, en mi vida... No importa cuantas veces os vea por que siempre llego a la misma conclusión: sois algo externo a mi, algo que no puedo cambiar. Puesto que ya no puedo seguir esperando anteponerme, elevarme por encima de los demás, creo que lo más óptimo será miraros a los ojos, sonreír, y ver de verdad que podéis ofrecerme a cambio de lo mejor de mi.

lunes, 13 de febrero de 2012

Soledad

          La gente suele preguntarme si no tengo miedo de quedarme solo. Yo me río, y siempre digo después que me considero lo bastante hábil como para saber mantener unas constantes, y no perder el contacto humano con los demás. Esto es cierto, y he podido comprobarlo a lo largo de mi vida. Puede significar muchas cosas, pero no es una mentira.

          Sin embargo la explicación no es completa remitiéndose tan sólo a mi capacidad. Hay un importante hecho, quizás omitido demasiadas veces, indispensable para entender el por qué de mi comportamiento. Incluso para mi.

          Yo ya me siento solo. Siempre me he sentido solo, o por lo menos especialmente solo.

          La gente acepta a los demás sin oponerles a un juicio justo y severo. Renuncian a ver lo negativo del otro, y termina queriéndose aquello que supone más fácil para uno. No sé si es que los demás han tenido mucha suerte al encontrar pronto a sus compañeros ideales; o es que no les importa no conectar realmente con sus congéneres; quizás les de igual no poder mostrarse tal y como son, o no les parezca importante desagradar a aquellos a los que han decidido querer. Porque no es la eterna cuestión de ser como uno quiere ser o como los demás quieren que sea. No, dios mio, no intentéis colgarme el san benito de sociópata. Se trata de realmente querer a alguien, querer compartir la vida con su persona, pero darte cuenta de qué universo, tangible y experimentable, os separa.

          ¿Como no voy a sentirme solo si no puedo sentir una verdadera conexión con el otro?

          Puede que tú y yo hayamos vivido cosas maravillosas, y para mi también habrá sido así. Yo he disfrutado de las personas todo lo que he podido, y siempre he intentado hacer felices a mis allegados. Incluso serás consciente de lo especialmente cándido que puedo llegar a ser. Pero por otro lado, ¿realmente piensas que alguna vez te has preocupado de mi verdadera persona? ¿O es que darte cuenta de la máscara tan sólo sirve para hablar con alguien que se oculta? El trabajo en las sombras está muy mal pagado, y el querer a la personas en silencio, en vez de a gritos, muy mal visto.

          No soy un monstruo, ni soy tan diferente al resto. Seguimos enmarcados en el cuadro de la biología y no se puede escapar a los instintos ni a las necesidades de relación con el prójimo. Yo he querido y me he entregado, y sin embargo todavía no he obtenido la mirada de complicidad, de entendimiento mutuo, que tanto he buscado. Y sí, se que tú y yo habremos experimentado esa sensación en algún momento, pero nunca fui el eje de tu pensamiento. Siempre hubo alguien más importante. Llamadme egoísta, pero si veo que la gente tiene "mejores amigos", es normal que yo también desee uno.

          Y lo que os sorprendería es cuan duro y desgarrador es el momento en el qué te das cuenta de que las personas queridas por tus seres amados son tan distintas de ti... Cuando observas lo lejos que queda una verdadera relación de comprensión... Cuando tu corazón aumenta su velocidad por el deseo de conexión, y sientes ese sudor frio en las sienes... Cuando tan sólo quieres gritar, besar y abrazar... Entonces... ¿Entonces qué?




0wn3d, también tengo sentimientos.