sábado, 17 de septiembre de 2011

La lucha de [...]

          Hay que buscar algo que nos merezca la pena. No podemos ir por ahí desperdiciando nuestro tiempo como si nunca se fuese a acabar. No podemos tirarnos a la basura.

          Te levantas y piensas en que cosas podrás hacer, e incluso te emocionas. Tus expectativas ni son mediocres ni son criticables. Tus anhelaciones son tus deseos y tus deseos son tu fin. Juegas, ríes, manejas, controlas, mejoras, evolucionas... Tu vida es tu satisfacción, tu regalo, no necesitas mas que el placer que te procura estar vivo. Te desarrollas, y dejas a tu mente vagar entre la existencia que le rodea. Todo esta en su lugar por que tú lo pones ahí y tú quieres que esté así. Todo esta perfecto; y si no, lo consigues.

          Pero cuando te acuestas, curiosamente, todo eso a desaparecido, y tan solo queda un amargo sabor de boca por ver como la vida pasa, y quizás todo sigue igual. Quizás no hayas conseguido tanto, ni seas tanto, que sí que seas tan mediocre y que sí valgas tan poco. Eres la mierda cantante y danzante del mundo. Y pierdes el control. Pero todo esto carece de importancia, por que mañana te volverás a despertar, y volverás a tener un inmenso día por delante en el que sí podrás cumplir tus sueños, vencer a tus enemigos, comer los mas preciados manjares y degustar los mejores licores. Serás capaz de exprimir la maldita esencia de la vida y bebértela de un trago, pues tú eres tu Dios y tu fortuna, tu destino y tu casualidad. Tú eres tú y eso es lo importante. Mi mundo es mio.

          Y así se alternan los ciclos de megalomanía y debilidad, en los que te crees el Dios que te mereces ser y en los que recuerdas las miserias de los demás, que no son mas que la tuya. Bipolaridad. Ciclotímia.

          Pero el problema reside en nuestra incapacidad de valorarnos a nosotros mismos. Es ilógico que te sientas mal por la noche, pues ya no hay nada que hacer ese día, lo único que debería preocuparte es estar preparado para el siguiente; pero no. Preferimos arrepentirnos de eso para así mañana poder despertar en la luz y así no tener que preocuparnos más que de soñar.

          Pues se acabó. La luz sera el sufrimiento y la oscuridad el regocijo. Lo mal hecho sera motivo de reflexión, de mejora, y lo terminado motivo de ira frente a lo que podría haber sido mejor.

          Cansáos, pues, de ser humanos, como yo, y aspiremos a algo más.

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