domingo, 3 de agosto de 2014

Ser y volver



          Siempre hay que volver a la escritura. La escritura jamás supondrá para nosotros un mero pasatiempo, como tampoco lo será respirar, sentir o amar. Tenemos la obligación de volver, pero encadenados al continuo y a la multiplicidad, debemos también querer volver. El tiempo, tan inconstante, nos alejará y devolverá, como la resaca marina, a nuestras pasiones y deseos, y siendo tan sólo esclavos de este vaivén fortuito no olvidamos que somos poco más que agentes del tiempo, la canalización de un momento y un lugar. La inspiración, como la alegría o la pasión, son estados pasajeros, y no debemos sino ser capaces de materializar dicha idea en su máxima expresión, en esa manifestación histórica que somos cada uno de nosotros.

          El tiempo y el gozo; la historia y el yo. Maldigamos a la finitud que no nos permite abrazar por completo el estado presente, y por ende explotarlo, tanto como se merece él como tú mismo. Somos esclavos de la circunstancia, pero también de nosotros mismos, y no podemos esperar más que la convergencia de dichos directores, de estas dos fuerzas que nos guían, y de este modo dejar de ser alguien que ama escribir, pero no escribe; alguien que ama amar, pero no ama.

          Desgraciadamente, el impulso siempre vendrá de fuera, la inspiración siempre será un agente externo: razón, motivo, excusa... Encauzaremos dicho estímulo y lo haremos propio, nos adueñaremos de él. No olvidemos, sin embargo, que dicho proceso es a posteriori, y que nunca nos perteneció dicha decisión, sino que fuimos sugestionados por ella.

          Perfecto, siempre y cuando nos rodeemos de aquello que somos: si no podemos hacer esa distinción entre el Yo y lo Otro, si no podemos romper dicha continuidad, abracemos un espacio y un tiempo que no sea sino nosotros mismos. Ésto será siempre una liberación para todo aquel que haya entendido que el Yo, seguramente, jamás existió como tal.

1 comentario:

  1. Yo no creo yo que vuelva a la escritura, ni tú tampoco; aunque suene somero, lo único que se va y vuelve es la inspiración, las musas. La escritura está dentro, en los dedos, latiendo siempre. Como bien escribes, somos esclavos de la circunstancia, pero no dejamos de ser quienes somos, y somos pluma y tinta.
    Me alegra ver que en cualquier caso, has encontrado la forma de volver, pues quiero seguir leyéndote.
    Un saludo (atemporal).

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