lunes, 28 de noviembre de 2011

La razón de la destrucción

          No podemos saber si algo es conveniente para nosotros si no lo hemos puesto a prueba. No podemos saber hasta que punto confiamos en nosotros mismos si nos lo ponemos fácil. La gente acepta firmemente sus ideas, pero nunca ha tratado de cambiar, conscientemente, para ver si otro método, u otro tipo de decisiones, le acarrearían un bien mayor a él mismo, a la gente de su alrededor. La gente se consuela creyendo que actúa bien. Al final todos pensamos que nuestra forma de actuar es correcta. Podemos equivocarnos, por supuesto, pero la propia palabra define la aceptación del problema: es un error en tu sistema, no algo que forme parte de ti. Incluso un asesino considera que tiene sus razones, por muy excéntricas que sean.

          Hemos de comprobar continuamente si los fundamentos de nuestra vida están forjados con experiencia y seguridad, no tan sólo con intuición y educación. Hemos de atentar contra nosotros mismos para demostrarnos que somos capaces superar las diferentes situaciones que se te presentan. Hemos de probar sistemas diferentes al nuestro y comparar si hemos mejorado, o por lo menos, en que hemos mejorado. En una decisión ni todo es bueno ni todo es malo. Cada decisión, acción o situación contiene un mensaje, una enseñanza de vital importancia a la cual es necesario atender. Cada persona es un individuo, y no captamos lo mismo en situaciones iguales: por eso no podemos aceptar ideas simplemente porque nos parezcan bien. Hemos de comprobar, por placer propio de autoafirmación, que la metodología que consideramos óptima es la adecuada.

          Hay que destruir el sistema propio de cada uno para realmente forjar algo más fuerte en nosotros. Hemos de ser diferentes a como consideramos que queremos ser, pues podemos sorprendernos al comprobar que actitudes en principio negativas son algo nutriente para nuestra persona. Sin embargo, el verdadero gozo reside en comprobar que una postura que considerábamos buena, en efecto, lo es. Actuando de una forma contraria experimentar como se obtiene menos del entorno. Entonces sabremos realmente que algo está bien, o por lo menos, mejor que nada que hayamos experimentado.

          Las experiencias negativas son las que realmente permanecen en nuestra consciencia. Son las lecciones más importantes, es algo evolutivo. Debemos saber que es malo para no hacerlo. No podemos saber si algo está mal si no lo hemos hecho. Somos niños, tenemos que jugar, tenemos que aprender por nosotros mismos cuales han de ser las elecciones correctas en esta vida, a pesar de que ello suponga un sufrimiento mayor.

          No debería haber ningún problema con esto, pero el sacrificio esta desprestigiado hoy en día. Es más cómodo aceptar unas normas morales que ponerlas a prueba. Es más fácil el convenio que el conocimiento.

          Hemos de atacar nuestras ideas. Hemos de destruirlas para ver si podemos hacer algo mejor. No hay mayor problema pues si no puedes mejorar, siempre sabrás volver a hacer lo mismo. Pero esto es mucho menos divertido para una persona ávida de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario