miércoles, 11 de julio de 2012

La inteligencia

          ¿Estaría mal considerar la inteligencia como la única capacidad a valorar? ¿Acaso no es y ha sido la inteligencia lo que ha permitido vivir al individuo mejor? ¿No es la profundidad que otorga el conocimiento lo verdaderamente precioso de esta vida? ¿Qué puede valorar quien nada sabe? ¿Qué sabe la gente?

          La inteligencia, cuanto menos, está poco valorada en nuestro días, socialmente hablando, por no decir desprestigiada. Es una minoría quien se preocupa por aprender y profundizar en diversos aspectos del conocimiento. Quienes no lo hacen simplemente presumen de sus otras supuestas "capacidades". ¿Pero qué valor puede tener una capacidad si no es integrada en un todo? ¿Se puede presumir de habilidades que no estén integradas en una inteligencia? ¿Hasta donde te puede aportar una persona que no sea inteligente?

          Es muy común esta despreocupación. "Bah, ¿para qué voy a querer ser inteligente si ya tengo todo ésto?". La gente "considera" que tiene habilidades, que al no estar comprendidas y compartidas en una amalgama de conocimientos, terminan siendo nada más que parcelas aisladas donde no se puede construir nada de valor, pues estando diseminadas en la personalidad, son demasiado pequeñas en si mismas como para edificar ninguna realidad.

          Desde mi punto de vista, los primeros culpables de esta situación son los padres. Dada su preocupación de que su hijo destaque en un determinado ámbito, les importa más ésto que el hecho de que su hijo sea una persona que realmente esté entendiendo lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Todo ésto les puede suponer más que un problema, ¿cómo van a transmitirle todo ésto a su hijo? Mejor engañarlo, criarlo en un ambiente dónde los errores compartidos se obvien. Y así se perpetúa la cadena de la ignorancia.

          Aun así la responsabilidad nunca es de los padres, ya que cada individuo tiene para consigo la responsabilidad de superar a sus progenitores. Pasada cierta edad es incoherente culpar a nuestra familia de cualquiera de nuestros males, pues pasamos a ser independientes de ellos hace ya tiempo. La gente mantiene una excusa para evitarse un esfuerzo, delegan en otros responsabilidades que son suyas. Nosotros también educamos a nuestros padres pasado un tiempo, pues pertenecemos más a los nuevos tiempos que se estén viviendo. Privarles de este aliciente de la paternidad es una crueldad por nuestra parte.
       
          La ilustración fracasó en sus axiomas. Hace falta más que la oportunidad de adquirir conocimiento; hace falta un atractivo. Debemos preocuparnos de que la inteligencia sea el mayor de los dones que se puedan tener. Los seres inteligentes han de poder alzarse sobre los ignorantes, y deben hacerlo. La aceptación del ignorante por parte del inteligente, poniendo a este primero a su mismo nivel, hace que el ignorante no se preocupe por su realidad, pues considera la inteligencia como una concepción más, como algo que tiene la misma importancia que cualquier otra cosa.

          Lectores y amigos míos, eso no es así. El inteligente siempre tendrá más oportunidades de disfrutar la vida, pues podrá entenderla mejor y saber como actuar en función de sus deseos. La inteligencia es algo más que la adquisición de conocimientos, ya que éstos deben relacionarse entre si, generar estructuras e ideas propias con las que enfrentarse a la vida; de nada sirve el hombre-enciclopedia existiendo Internet. El conocimiento genera propiedades emergentes que mejoran a la persona.

          Ahora bien, la adquisición de conocimientos siempre es un primer paso, y sobre todo, imprescindible. No podemos abandonarnos en el relativismo de lo que supone la inteligencia y afirmar muy orgullosos de nosotros mismos: "Yo soy tan inteligente como cualquier otro."

          No, lo siento, el esfuerzo es imprescindible, y la inteligencia nunca ha sido regalada.

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